Cuba

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La tierra de las maravillas, la ciudad perdida de mi película favorita el Libro de la Selva de Stephen Sommers. Podría dedicar cientos de referencias cinematográficas y cientos de libros e historias que han forjado mi infancia, pero nada describe en su totalidad lo que para mis sentidos significó pasear por las calles de la Habana, sumergirme en el Caribe, y disfrutar de la Selva de Cienfuegos.

He de reconocer que durante meses, el viaje en sí mismo fue una odisea mental para mí. Mi falta de confort, siendo eufemísticos, en lo que respecta al viaje en avión dispuso en mi cabeza diversos mareos, falta de sueño, y por qué no algún que otro dolor de tripa.

Tampoco era un buen momento para mi emocionalmente, estaba y aún lucho con ello, pasando una mala racha que me dificultaba participar en absoluto en la preparación de la aventura transoceánica.

El apoyo y la paciencia incondicional de mis amigas, de mi novio y de mi familia, hicieron que a pesar de varios momentos de flaqueza en los que simplemente quería retirarme del viaje, finalmente tragase saliva, respirase hondo y cerrase la boca a la voz cobardica y desagradecida que a veces suena en mi cabeza.

Mis mejores amigas se encargaron de todo el proceso, lo cuál he de decir, agradecí y agradezco en el alma. Y sin darnos cuenta, los meses pasaron y el viaje estaba ya a la vuelta de la esquina.

No voy a hacer una crónica del día a día, si es eso por lo que me estáis leyendo lo siento. Del viaje en avión poco más decir que finalmente lo pasé decentemente, ví muchas películas y hasta logré levantarme varias veces del asiento, cosa que antes el miedo había impedido que sucediera.

Llegamos allí por la noche, por lo que no pude apreciar demasiado de lo que nos esperaba durante los días siguientes.

Nos alojamos en la casa de una familia que nos acogió y nos hizo sentir como en casa desde el principio. Las vistas desde su terraza eran inmejorables, con el increíble monumento arquitectónico que es el Museo de la Revolución.

Tras superar el shock inicial de ser observadas a cada paso que dábamos, empezamos a sentirnos como si llevásemos allí toda la vida, como si se tratase de nuestra segunda tierra de vacaciones anual. Hubiéramos apostado dinero a que una de nosotras podría haber dado indicaciones de las calles a cualquiera.

El golpe visual inicial, en mi caso no se pasó durante la consecución de los días. Cada edificio, cada calle y cada rincón parecían estar llenos de vida, y de un exotismo a veces abrumador.

Hay que ser conscientes de que no todo es perfecto y en cada calle, aunque si vas a encontrar una sonrisa, no encontrarás hilos de oro finamente tejidos, sino la realidad de un país al que las circunstancias no le han permitido avanzar.

Es chocante si piensas, que nosotros no estuvimos tan alejados de esa situación hace unas cuantas décadas, de las cuales ya solo va quedando el recuerdo de generaciones perdidas en la memoria histórica de nuestro país, y en el banco de algún pueblo cuyos ocupantes pregunten ¿tú de quién eres? al verte pasar.

Sin embargo, a pesar de todo esto, este precioso lugar con su acogedora gente se hizo un hueco en mi alma, que significará siempre mucho para mí. Y es que llegué con alma vieja y desilusionada, y volví con la energía y el aura renovada, con ganas de vivir y arrastrar en esa ola a las personas que más quiero y que me esperaban de vuelta en la tierra en la que nací.

Cómo diría mi patito moreno, esa semana bailamos, disfrutamos, comimos, gritamos, revolucionamos, hicimos bailar a una excursión entera llena de razas, culturas y continentes diferentes. Nos hicimos notar e intentamos dejar nuestra huella, al igual que todos ellos la dejaron en nosotras.

Aún sueño por las noches con sus calles, bailo su música como nunca antes, y aprecio su cultura como ejemplo de vitalidad y de fuerza.

Me gustaría transmitirles mucho más de lo que en verdad podemos, nuestros conocimientos, nuestro grito de libertad. Pero quién soy yo, si cuanto más sé y más experimento más me doy cuenta de mi ignorancia, y de las cadenas con las que la moralidad, las buenas formas y la sociedad en la que cada uno vivimos, nos hacen caminar.

Si estás leyendo quiero decirte que no espero que vivas lo que yo he vivido, ni que sientas ni experimentes lo mismo que yo. Es la magia de esa tierra que a todos enamora pero que para cada uno significa un capitulo diferente en el libro en tomos breves que es la vida.

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